Para lucir una piel bella, hidratada, luminosa, joven y saludable, son muchas las teorías que se han tratado a lo largo de los años. Pero ¿realmente existe una única rutina perfecta para todas las pieles? La respuesta es no. Los cuidados de la piel deben estar adaptados a un tipo de piel determinado y a sus necesidades específicas.
Por ejemplo, no recibirá el mismo tratamiento una piel seca que una grasa, porque si una piel grasa utilizara productos de extra-hidratación podría ser contraproducente. De la misma forma que si una piel seca utilizara limpiadores y tónicos astringentes, podría empeorar su situación y dañar la barrera cutánea.
Este es sólo un ejemplo, pero podría aplicarse a todas las situaciones posibles por las que pase tu piel. No es de extrañar, además, que muchas veces podamos confundir una piel grasa con una piel deshidratada que produce exceso de sebo y provoca brillos. Es por ese motivo que es de vital importancia que podamos acudir a la consulta de un dermatólogo antes de adquirir una rutina de cuidado facial con ingredientes que no sabemos si nos serán beneficiosos para nuestro tipo de piel.
Además, también puedes cuidar tu piel con tus hábitos del día a día y eso empieza desde la ducha. Sigue estos consejos para darle un empuje a tu rutina de cuidados con hábitos que también puedes tener en cuenta a la hora de cuidar tu piel:
1. No frotes tu piel con fuerza
Al lavarse en la ducha, la piel se puede deshidratar, perder sus aceites e irritarse. Esto puede evitarse siguiendo el método correcto: la temperatura del agua nunca debe exceder de 38 ºC y los productos de limpieza cutánea solo deben aplicarse en pequeñas cantidades; por ejemplo, una gota del tamaño de un guisante es suficiente en el caso de los productos de Sebamed para la cara y las manos.
Además, las pastillas limpiadoras con o sin jabón solo deben frotarse 2 o 3 veces en las manos, a través de un paño o una esponja. Es preciso eliminar el producto limpiador inmediatamente después de su aplicación.
Un tiempo de exposición mayor en la piel solo es necesario con ciertos productos. El producto limpiador tiene que eliminarse por completo. Al lavarse y secarse, no hay que frotar nunca la piel, sino dar toques suaves.
2. ¿Te duchas demasiado?
Al ducharse, la piel queda expuesta a un mayor estrés que al lavarse. Por eso, solo hay que ducharse una vez al día, y si se tiene la piel seca, únicamente cada dos o tres días. Las personas que se tengan que duchar más de una vez al día no deben permanecer más de 10 minutos en total bajo el agua.
Lo ideal sería que la temperatura del agua fuera lo más baja posible, y que no sobrepasara nunca los 38 ºC. Alternar la temperatura del agua de caliente a fría, y viceversa, repetidamente estimula la circulación sanguínea y puede prevenir el envejecimiento cutáneo. Al ducharse, lo primero que hay que hacer es humedecer la piel. Después, hay que cerrar el agua y aplicar el producto limpiador. Basta con 2 a 3 ml para todo el cuerpo.
No hay necesidad de dejar reposar el producto limpiador sobre la piel. Para aclararlo hay que dedicar el doble de tiempo con el fin de eliminar por completo el producto de ducha de la piel. Esto también se aplica para el aceite de ducha. Al secar, no se frote nunca la piel; en vez de eso, séquela dando toquecitos.
3. Evita darte baños calientes muy largos
Báñate con moderación. Bañarse supone una seria agresión para la piel. Las pieles normales solo pueden soportar un tiempo de baño máximo de 20 minutos a la semana, y las pieles secas aún menos. El agua nunca debe sobrepasar los 35 °C.
La espuma o las sales de baño u otros suplementos únicamente deben utilizarse en cantidades pequeñas. Una ducha corta y con agua fría al final del baño elimina los productos de limpieza cutánea restantes. Para secar la piel, no la frotes, sécate dando toquecitos, ya que es mejor para la superficie cutánea.
Después de usar un aceite de baño no hay que secar la piel con una toalla, sino al aire. Una vez terminado el baño con o sin suplementos de baño, es preciso tratar la piel con una crema desde la cabeza hasta los dedos de los pies.
4. Aplica tu loción corporal de forma correcta
Para aplicar loción o crema, la piel debe estar seca. Las gotas de agua impiden que la crema pueda extenderse bien y alteran la capacidad de absorción de la piel. Además, solo aplicando la loción o crema de forma regular se consiguen efectos a largo plazo.
Para aplicar la crema facial, pon sobre la mejilla una cantidad de crema que cubra la yema de un dedo. La crema se aplica por la cara realizando movimientos circulares. ¡No hay que ejercer presión sobre la piel al hacerlo!
Mantén a una distancia de aproximadamente 1 cm de los párpados y de los ángulos de los ojos. La crema se puede aplicar en los dos lados de la cara al mismo tiempo. Hay que empezar por la frente y desplazarse lentamente hacia ambos lados de la cara, aunque en esa zona debe usarse menos cantidad. Cada vez que te apliques tu crema hidratante no olvides el cuello y el escote.
5. Cuida la hidratación en la zona de los ojos
Recuerda hidratar siempre la zona de la ojera, teniendo en cuenta que la piel de la zona de los ojos es la más fina de la cara, por lo que hay que tratarla con más delicadeza de lo normal.
Por lo tanto, aplica con la yema del dedo anular, ya que es el que menos fuerza ejerce de la mano, una pequeña cantidad de crema especial para los ojos. Realizando movimientos circulares suaves y sin ejercer presión, se extiende cuidadosamente la crema por los párpados, desde los laterales hasta el nacimiento de la nariz.
Si la piel ya ha absorbido la crema de la yema del dedo antes de terminar el movimiento circular, hay que aplicar una cantidad adicional. Como las cremas para los ojos suelen ser caras, no hay que empezar nunca con una cantidad grande, que podría no ser del todo necesaria.
6. Hidrata tu cuerpo también, no lo olvides
Muchas veces nos olvidamos de hidratar la piel del cuerpo y sólo nos centramos en la cara, pero no debemos dejar en el olvido que la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y hay que cuidarlo en su totalidad.
Aplica una gota del producto de tratamiento sobre la palma de la mano, extiéndala entre ambas manos realizando movimientos circulares por el cuerpo. Empieza por la parte inferior del muslo del lado derecho y siga hacia arriba; luego, repite este proceso con la otra pierna. Cuando la loción corporal se haya absorbido completamente, echa otra gota en la otra mano.
En general, la regla es la siguiente: cuanto más seca esté la piel y más fluido sea el producto de tratamiento, mayor será el nivel de absorción de la piel.
Después de las piernas, añade la loción por los brazos, empezando por el lado derecho. Cuando termine con los brazos, hidrata el vientre realizando movimientos circulares amplios alrededor del ombligo. Luego, masajea las nalgas y la espalda. Por último, debes aplicarla en el pecho, empezando por el lado derecho. Si queda una película pegajosa de loción en la superficie de la piel, continúa masajeando hasta que se absorba.
7. El cuidado de las manos también es importante
No olvides que las manos es uno de los principales indicadores de la edad, y suele ser una de las gran olvidadas junto al escote. Por eso, hidrátalas a diario aplicando una pequeña cantidad de crema en el interior y otra en el exterior de la mano.
Frótate las manos como si estuvieras lavándoselas, extendiendo uniformemente la crema por las ambas manos y entre los dedos. Sigue así hasta que toda la crema se absorba por completo. Si todavía notas la piel seca, puedes repetir el proceso.
En caso de haber aplicado demasiada crema, la que sobra se puede distribuir por la parte inferior de los brazos o dando toquecitos.
¿Conocías algunos de estos trucos para aplicar la hidratación corporal? No suelen ser muy conocidos, ya que la mayoría de las veces nos aplicamos los productos según nuestra comodidad y en muchas ocasiones olvidamos incluso hidratar ciertas zonas del cuerpo como las piernas, los pies o las manos. ¿Te ha pasado o suele ocurrirte? Es completamente normal, pero ten en cuenta que el cuidado de la piel es un constante aprendizaje que se optimiza al aplicarlo día a día y tiene resultados a largo plazo cuando se tiene constancia.
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Para lucir una piel bella, hidratada, luminosa, joven y saludable, son muchas las teorías que se han tratado a lo largo de los años. Pero ¿realmente existe una única rutina perfecta para todas las pieles? La respuesta es no.